miércoles, 15 de enero de 2014

YO SOY UN NIÑO DE PAPOSO



                  Wilfredo Dorador Astudillo
                                 
                                 Antofagasta
                                                                                                                                                                                                                                                                                           .
Nací con el mar en mis pupilas.
Con las olas que abrazan la mañana
con la playa del amor en mi conciencia.
Yo soy un niño de Paposo.
Como los sueños de mi Pueblo florecen los faldeos
en las montañas de la costa.

En las noches las estrellas precipitan
un canto ceremonial de camanchacas.

Ante mi tierra el océano se detiene
a saludar la fraternidad frondosa de Paposo.
El mar, mi Padre, obsequia peces suaves y sedosos.
Yo soy igual que este marítimo paisaje.
Yo soy  un hijo del mar.
Yo soy un niño de Paposo.


                                                     

NATURALEZA…




NATURALEZA…

Casi es imposible, apreciar
la inmensidad de su belleza
suaves prados adornan
los valles y las montañas quietas
donde el eco majestuoso
nos devuelven las promesas.
Flores inmaculadas, de largos caminos
donde descansan los pies
del caminante erguido
los arboles perfumados como el pino
sombra inerte de sueños idos.
Calman la sed los cristalinos ríos
ahí donde mojas la frente
cuando el sol ya no es tu amigo
dulces melodías de pájaros y grillos
cuando te sientas cansado
a la orilla del camino.

Marcia Sevilla Pierart
Concepción
Chile ..





lunes, 6 de enero de 2014

QUIERO SER TIERRA, AGUA, FUEGO Y VIENTO


                                         Walter Pineda, Rancagua
  
Quiero escuchar el mar en su salmo de sal...
Sentir el viento en su evangelio de hojas...

Oír el silencio de la montaña en su oración del crepúsculo

Bogar con el corazón en los ríos que se llevan la noche...

Perfumar mis manos con boldo, canela y nogal...

Caminar por la austral soledad de las lluvias

Beatificar el desierto en su hostia mineral

Tejer vidas en las vetas del padre cobre

como quien teje en el viento las hojas.

Necesito cazar estrellas en los lagos del sur de mi patria

donde se miran narcisos los volcanes.

Escuchar al chucao embrujando la floresta chilote

Tocar virginales ventisqueros donde el tiempo es una gota tras otra.

Acompañar al manque en su vuelo monárquico.

Ser coirón silencioso atrapando vientos

Descalzo subir por la cruz del sur

viviendo la soledad de tierra del fuego.

en este templo de dioses contaminados

desnudo como mi amante mi patria

como poeta de tierra agua fuego y viento.

ELEGÍA DE PLAYA GRANDE



                                 Hernán Narbona Véliz


Hubo una vez un pueblo pionero en medio del desierto
El mar bañaba sus patios con guirnaldas de luches
Los niños reían con el graznar loco de las gaviotas
La arena blanca moldeaba castillos y el mar proveía
La juventud bailaba, dando gracias a la Candelaria

Pero un día llegó la noticia, había oro en la montaña
Los changos colgaron sus botes engrasados
Emigraron tras vetas y espejismos
Socavaron cerros, se secaron los pimientos
Las mujeres solas se preñaron de pena, sin jardines

Y comenzó el relave a empujar el mar fuera del pueblo
Cubrió muelles, se secaron los patios azules
De los arenales sacaron cobre, pero tragaron  veneno
En una elegía verdosa desaparecieron gaviotas y peces

Lentamente el pueblo fue muriendo
Todos fueron cómplices de la arena arrolladora
Un mensaje quedó en el mástil de un buque encallado
Indicaba al cementerio
Chañaral  se hundía en la mentira histriónica de la codicia.